martes, 5 de marzo de 2013

Tres mentiras sobre el Mercado de Trabajo

Habitualmente se dan por ciertos varios presupuestos erroneos sobre el MERCADO DE TRABAJO, varias mentiras -interesadas, claro- comunmente aceptadas de las que se parte para explicar o predecir comportamientos de este mercado y su influencia sobre el empleo. De estas premisas se parte para justificar cambios y reformas que dicen pretender lograr un incremento del empleo, pero que suelen esconder posiciones políticas que hacen prevaler los intereses de algunos colectivos sobre otros; esto y no otra cosa ha sido la última reforma laboral, y vamos a analizarlas:
  1. Se dice que EL MERCADO DE TRABAJO ES ÚNICO, pero no es cierto. Hay distintos niveles y sectores que configuran multitud de “mercados de trabajo” diferentes aunque muy relacionados. Igual que no podemos hablar de un “mercado de la fruta” único, sino que existe el mercado de las manzanas, las naranjas, los plátanos… en los que se influyen unos sobre otros, tampoco podemos hablar de un solo mercado de trabajo, sino de multitud de ellos separados geográficamente, por sectores profesionales y niveles de cualificación; aunque muy relacionados debido a que en gran medida les afectan las mismas variables macroeconómicas y a los posibles trasvases (limitados) que se pueden realizar entre ellos. No obstante, y para facilitar el análisis global de los distintos mercados de trabajo sobre el funcionamiento económico del país, sí es aceptable considerarlo de una forma global; pero reconociendo las diferencias que encasillan esta realidad heterogenea. Esta no unicidad del mercado de trabajo permite trabajar generando políticas de empleo que faciliten la cualificación en profesiones de demanda creciente o “nichos de empleo”, la actuación sobre determinados colectivos que tienden a quedar excluídos de los distintos mercados, el trasvase de mano de obra entre sectores o la movilidad geográfica.
  2. Se dice que los empresarios conforman la OFERTA DE TRABAJO, pero no es verdad: son la demanda. Los empresarios compran el trabajo que los trabajadores ofrecen a cambio de un salario, y económicamente constituyen la demanda de trabajo. La oferta de trabajo la forman todas aquellas personas que ofrecen sus servicios a cambio de un salario, y los empresarios lo que ofrecen a la sociedad son bienes y servicios. Lo que pasa es que en el vocabulario políticamente correcto parece aceptable elogiar “lo que aportan” los empresarios (¿puestos de trabajo? En realidad decir esto es disfrazar la realidad), ya que los empresarios se apropian del trabajo que desarrollan los trabajadores a cambio de un precio –el salario-. Eliminar esta confusión terminológica es fundamental cuando más adelante vamos a analizar el funcionamiento económico del mercado de trabajo para actuar sobre las distintas variables pretendiendo obtener un resultado concreto.
  3.  Se dice que el mercado de trabajo funciona como un mercado de COMPETENCIA PERFECTA, pero tampoco es así. El mercado de trabajo presenta enormes diferencias que lo alejan de las reglas económicas de la competencia perfecta de modo que la lógica de este mercado le es difícilmente aplicable, al menos sin matizar:
    • Comenzamos por observar un enorme desequilibrio entre la oferta y la demanda de trabajo, que provocaría en el caso de pretender llegar a una situación de equilibrio por el simple funcionamiento del mercado una caída del precio (el salario) a niveles que harían imposible la subsistencia de la oferta (la mano de obra), de modo. Dicho de otro modo, que el salario podría ser inferior a lo mínimamente necesario para sobrevivir.
    • También observamos que oferta y demanda no están formadas por multitud de sujetos independientes, sino que tanto los empresarios como los trabajadores se agrupan en pocas asociaciones que funcionarían en conjunto, en el mejor de los casos, como un oligopolio bilateral.
    •  Además, en el mercado de trabajo se produce (y se debe producir) una fuerte intervención del estado que trata (o debe tratar) de corregir los desajustes y desigualdades que se producirían dejándolo a su libre funcionamiento, con las consecuencias sociales que acarrearía.

Basándose en lo anterior, el gobierno ha centrado su reforma laboral en la premisa de que para incrementar el empleo hay que actuar reduciendo los salarios y abaratando el despido (a fin de cuentas, reducción del coste del trabajo, el “precio” de la mano de obra), afirmación que sería acertada basándose en el funcionamiento económico de un mercado “normal” en competencia perfecta. Ya hemos visto que no es así. Una afirmación tan simplista sería justificable si la realizase un alumno de primero de Bachillerato con 2 ó 3 semanas de clases de economía a sus espaldas (por relacionarlo con la desgraciadamente escasa formación económica que puede obtener cualquier persona en nuestro sistema educativo), pero lo preocupante es cuando la realizan miembros del gobierno o “gurús” económicos neoliberales con recetas mágicas para salir de la crisis, porque estas personas conocen (o deberían) además de lo ya expuesto, la influencia de dos variables que también dependen de esa reducción de salarios y que brevemente comento:
  • La disminución de salarios supone una reducción directa de la Renta Nacional, que influye directamente sobre el consumo y por tanto sobre la demanda interna de bienes y servicios, que a su vez constituye una parte importante de la demanda agregada, es decir: lo que se les va a pedir a las empresas que produzcan y  es ésto lo que en definitiva va a hacer que las empresas contraten a  más o menos trabajadores. Una empresa no contratará trabajadores por ser más baratos, sino porque va a vender los productos que fabrica.
  • El abaratamiento del despido en un momento como el actual no facilita la contratación de trabajadores nuevos porque los empresarios piensen que no van a tener problemas para deshacerse de ellos en un futuro, sino el despido de los actuales. Este movimiento provocará –ya lo está haciendo- el despido de muchos trabajadores que dejarán de consumir, y el miedo en los que sigan trabajando que también lo dejarán de hacer “por si acaso”, provocando en ambos casos una reducción de la demanda de bienes y servicios que repercutirá como en el caso anterior en la destrucción de más empleo. Cuando un empresario piensa en realizar una contratación no está pensando tanto en cuánto le costará despedir sino en si podrá mantener el empleo con las ventas.

1 comentario:

  1. es muy cierto que nos hablan mucho de crear reformas para el trabajo y la gente al estar al ser despedida solo puede gastar para intentar llevarse un poco de comida a la boca con lo cual a las empresas le repercuten ya que obtienen muy pocas ganancias y esto repercute en no poder contratar a mas personal ya que no tienen dinero para mantenerlo y si siguen en el mismo plan no saldremos de esta crisis

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